Bienvenida a todo el mundo

Desde aquí doy la bienvenida a todo el que desee leer mis opiniones en un lugar donde la indiferencia no tiene lugar.

lunes, 24 de marzo de 2008

Uno ya no se puede fiar ni de su propia sangre.

Ayer me iba a la cama pensando en cómo era posible que un ser humano fuese tan vil y mezquino de cometer un acto tan despiadado como atropellar a alguien y arrastrarlo durante unos kilómetros, a sabiendas de que lo llevaba debajo, para luego tras desprenderse de él haciendo marcha atrás y marcha adelante, darse a la fuga.
Hoy me he ido de viaje, corto, se entiende, y he estado en un paraje natural precioso, rodeado de silencio, de calma, de naturaleza verde y profunda, de fauna que se esconde del ser humano, de agua azul que transmite paz y tranquilidad, un auténtico oasis. Y sólo a menos de tres horas de mi querida Novelda, caracterizada por estar rodeada de un paisaje lunar, como dice alguien que yo me sé...
Pero nada, uno vuelve a casa tras un buen día, ve las noticias y se entera de un suceso, sino tan cruel como el que comenté ayer, sí mucho más degradante, algo que no tiene nombre. Así que queridos lectores, los temas que tengo previsto seguir tratando tendrán que esperar un poco, pues lo que ha ocurrido merece una llamada de atención a la sociedad. ¡Nunca deberían ocurrir cosas así! Yo presumo de que en mi blog la indeferencia no tiene lugar, por tanto no puedo quedarme indiferente ante hechos tan graves como el que ha ocurrido en nuestra provincia, ¡nadie debería quedar indiferente ante algo así, o no sería humano!
Este grave suceso ocurrió en Ibi, un pueblo que sólo debería llevar felicidad a los niños, y más aún a los que viven allí, pues tanto los Reyes Magos como Papá Noel cargan allí la mayoría de los juguetes que luego regalarán a todos los niños del mundo. Pero este pasado viernes por la tarde, sí justo el mismo día del atropello mortal del adolescente, una niña de Ibi, de tan sólo seis añitos, perdió su sonrisa, espero y deseo que no la haya perdido para siempre y que su memoria sea capaz de olvidar lo sucedido para poder llevar una futura vida normal.
Ocurrió en su propia casa, en la tranquilidad de un cuartito de su vivienda, al que puede que a partir de ahora le cueste entrar sola, porque ya tiene edad para comprender lo que le ha ocurrido en ese cuartito por desgracia.
La pasada semana, una familia ecuatoriana que se desplazó desde su tierra hasta Ibi por motivos de trabajo, invitó a pasar unos días, la Semana Santa, a unos parientes también ecuatorianos que residen normalmente en Madrid. Espero que ninguno de mis lectores piense que el suceso que voy a contar tiene algo que ver con el país o la raza de los implicados, pues ni soy racista ni xenófobo, ni me gustaría tener lectores que lo sean, si alguno lo es le invito cortésmente a que deje éste mi lugar de libertad ahora mismo, al menos hasta que sus neuronas vuelvan a su sitio y razone como un ser humano...
¿Y qué ocurrió? Algo realmente sucio, y que mucho me temo que quedará impune, así son nuestras leyes...
Esos parientes de Madrid vinieron acompañados de un niño de once años, primo hermano de la niñita que fue víctima del hecho. Éste niño, al que supongo desequilibrado mentalmente, o al que nadie se ha molestado en enseñarle la diferencia entre el bien y el mal, aprovechó un descuido de sus familiares y se llevó a la niña a un cuarto alejado del lugar donde se encontraban sus confiados padres. Parece un suceso premeditado, ¿verdad? Y una vez dentro del cuarto, entre la intimidad de sus cuatro paredes y sin ningún testigo más que los objetos inanimados que allí hubiera, agredió sexualmente, “presuntamente” claro, a su primita de seis años.
La niña, evidentemente asustada y sin saber aún con certeza lo que le había ocurrido calló, se quedó muda. Pero por suerte sus padres notaron una actitud muy rara en su tierna hijita, la cual al final estalló y le contó a sus progenitores lo que había pasado y que estaba muy dolorida.
Evidentemente, sus padres con toda premura la llevaron al centro de salud de Ibi, donde el médico de guardia que la atendió examinó las heridas superficiales que presentaba en la zona vaginal y, tras comprobar que no parecían graves, ordenó que fuera trasladada urgentemente al Hospital de la vecina localidad de Alcoy para que fuese explorada de forma mucho más minuciosa por especialistas. Desde ese momento, la pobre niña permanece allí ingresada recuperándose de sus heridas, en una habitación acompañada de su madre y con visitas restringidas. Y por supuesto se encuentra recibiendo tratamiento médico específico, y espero que mucho cariño.... El cuadro médico espera una pronta evolución favorable, pero de momento allí sigue en observación. Desde aquí, con todo mi corazón, le mando todo mi cariño, ¡ojalá le llegue!
¿Y qué hay del “presunto” agresor? Pues no se sabe nada, se lo ha tragado la tierra. No se sabe dónde se encuentra ni si ha regresado a Madrid con sus padres. Confío en que si no lo ha hecho ya, la Fiscalía de Menores de Alicante tome cartas en el asunto. De todas formas, hay que tener en cuenta que ese “presunto” cerdo sólo tiene once años, ¡es un niño todavía! Y lo peor es que al tener esa corta edad no se le puede imputar nada a efectos penales ni se le puede procesar, ni condenar, ni enviar a un centro de menores por la causa penal en la que pueda estar involucrado.
Espero que todo sea cierto, aunque me gustaría que nunca hubiese ocurrido la agresión. Pero me refiero a que en realidad no haya sido ningún adulto que le haya cargado el muerto al chaval, en principio nada apunta a ello...
Por desgracia en mi trabajo, ya me encontré con una niña rebelde sin motivo aparente. Buena persona, pero siempre lista para estallar, ahora ya no me extraña, porque era violada repetidamente por un familiar. Ella nunca dejó transparentar el menor indicio del problema, enterándonos por otros cauces cuando ya había abandonado sus estudios.
¿Qué se puede hacer ante eso? Cuando las personas en quien más confías te someten a vejaciones que te marcarán para toda la vida, ¿qué se puede hacer? Espero que aquella niña rebelde esté teniendo suerte en la vida, como se la deseo a la pobre niña hospitalizada...
Lo peor del caso, es que el “presunto” culpable del delito quedará libre como si nada. El niño de once años no pisará ni un correccional. ¿Y cuál ha sido su delito? ¿Pederastia? Supongo que no porque también era un niño. ¿Incesto? ¿Violación? ¿Agresión sexual? ¿Y quedará impune? Algo huele a podrido en nuestra “perfecta” sociedad...
Y así, tremendamente indignado os dejo por hoy. Ya llevo varios días en que mis palabras creo que no merecen el castigo de la hoguera, como tampoco lo merecen las víctimas de semejantes abusos, aunque es probable que en su vida reaparezcan viejos fantasmas que las atormenten más que una hoguera. El castigo del fuego purificador, tan candente como el hierro fundido, debe ir a ese niño que ha cometido semejante salvajada con su inocente primita, a todos los familiares que abusan de menores aprovechándose de su confianza, a todos los pederastas por supuesto y a nuestros legisladores que deben acometer urgentemente una reforma de la Ley del Menor, pero en vez de hacerlo pierden el tiempo con cuestiones de mucha menor importancia, y delitos como el relatado quedan impunes. Aunque no se si se borrarán algún día de la memoria de las víctimas...
¡Buenas noches!

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