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miércoles, 26 de marzo de 2008

El problema del agua en España.

Tal y como prometí en mi artículo del pasado sábado hoy voy a abordar uno de los grandes problemas tratados en la campaña electoral: el problema del agua, ¿trasvases o desaladoras? Ya adelanté que me quedo con las desaladoras y ahora os contaré el motivo.
En primer lugar, cabe señalar que a pesar de todas las sequías que padecemos, en España, sigue sin haber una buena cultura del agua, como sí la hay en otros países, bien señalado por Dorian Grey en su comentario a mi artículo. En opinión de grandes expertos, nuestros problemas podrían evitarse con la concienciación de los consumidores y el impulso de una gestión más eficaz y ecológica de los recursos, siguiendo los preceptos marcados en la Directiva Europea del Agua.
El principal motivo de esta mala cultura del agua en España, es el bajo precio que tiene el agua en nuestro país, por ello se desperdicia tanta agua. Lo más increíble es que este bajo precio ni siquiera cubre los gastos de extracción, transporte y tratamiento que se realiza para el consumo del agua. Evidentemente en su precio, tampoco se considera la salinización resultante de la sobreexplotación de los acuíferos cercanos al mar, que sí, se salinizan.
En España, el agua se considera un bien público, por tanto, los gastos que ocasiona se cargan al total de impuestos que pagamos todos los ciudadanos. Es más, no se reutiliza mucho agua debido al rechazo de los posibles usuarios, como mucho para riego sobre todo en la costa mediterránea y sur, la zona atlántica y en los archipiélagos. Por si os interesa, Madrid es la región que menos agua reutiliza, no añado más...
Sin embargo, la escasez de lluvia de los últimos años está provocando en España una situación que preocupa cada vez más a los consumidores. Además, con lo poco que ha llovido este invierno, echémonos a temblar, eso sí, por suerte ahora está lloviendo en el Norte. ¿Pero qué pasará con las cuencas del Júcar, del Segura, del Tajo (principalmente su cabecera) y del Ebro? Como no vengan unas precipitaciones excepcionales, sin ser gota fría claro, es posible que no se puedan cubrir las necesidades básicas de algunas poblaciones, y si no, tiempo al tiempo...
El problema se ha agravado evidentemente por la política del agua que se ha seguido en nuestro país hasta ahora, aumentando los recursos hídricos sin más, lo que ha hecho que España sea el cuarto país del mundo con un mayor número de grandes presas y que casi no queden ríos sin regular. ¿Somos el cuarto país del mundo en extensión o en caudal de ríos? No creo, entonces, esa postura no es lógica.
Se debe considerar que el consumo de agua en España sigue los siguientes porcentajes: el mayor para el regadío (80%), seguido por el abastecimiento a núcleos urbanos (14%) y por último la industria (6%). Los porcentajes pueden variar de un año para otro, pero más o menos se guarda la misma proporción. Ese elevado consumo del regadío nos indica la importancia de modernizar todos los sistemas de riego. El consumo de la industria es tan bajo debido a las medidas de ahorro que se están implantando para reducir tanto costes como sustancias contaminantes. El consumo urbano supera al industrial, y por desgracia aumentará más aún por el desarrollo del turismo. Además, debe ser casualidad que éste aumente más en las zonas donde el agua es más escasa y, lo que es peor, que se use para el ocio: riego de zonas verdes, llenado de piscinas, riego de campos de golf, etc. ¿Algún comentario al respecto queridos gobernantes costeros?
A parte de la escasez de lluvias, el problema principal del agua en nuestro país son las pérdidas en su transporte. Así, en el suministro de agua a ciudades e industrias se estima que las pérdidas en las cañerías de distribución van del 50% al 70%. Impresionante, ¿verdad? Se desperdicia esa enorme cantidad de agua ya sea por evaporación, por fugas o por otros motivos. Por cierto, entre las autonomías con mayor porcentaje de pérdidas están Baleares, Murcia, Valencia y Cataluña, ¡qué casualidad! Es evidente que lo más importante debe ser minimizar estas pérdidas, un buen valor sería llegar a un 15%, ¡fijaos cuan lejos estamos! Mientras no seamos capaces de disminuir las pérdidas no le veo ningún sentido a los trasvases, a parte de que puede que en un futuro cercano, la sequía también afecte a la cabecera del trasvase.
Para no marearos mucho con ecuaciones diferenciales y fórmulas varias, os diré simplemente que hay estudios teóricos que demuestran que las pérdidas de agua dependen del precio de la misma para las compañías suministradoras, del precio del capital (estado de la red de distribución) y de la cantidad de agua que se suministra a los usuarios finales. Normalmente uno tiende a pensar que las pérdidas se atribuyen a causas técnicas y se olvida el contexto económico en que tienen lugar, pero es muy importante...
Por una parte, el efecto del precio del agua para los suministradores en las pérdidas tiene implicaciones muy importantes, ya que en España, la práctica habitual de las Confederaciones Hidrográficas de cobrar un canon y no una tarifa por metro cúbico de agua usada incentiva las pérdidas, puesto que para las suministradoras el coste de perder en la red un metro cúbico de agua es cero. Y por otra parte el efecto del precio del capital en las pérdidas nos lleva a que sea posible reducirlas con programas que reduzcan el precio de reparar o sustituir la red de distribución. ¿Por qué no se hace?
La mayoría de los problemas se solucionarían con el uso de plantas desaladoras cercanas a su área de consumo (y no hacer una en Almería para llevar agua a Cataluña, ¡a quién se le ocurre!), en lugar de con trasvases, que tendrían todas las pérdidas citadas. Debéis saber, que desde finales de los años setenta, se utiliza la desalación de agua en Ceuta, Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria. ¿Por qué no en la Península? ¡Si tenemos una línea costera enorme!
La desalación de agua marina sería una buena solución en la costa mediterránea para conseguir agua de calidad. Analizándolo concienzudamente
el consumo energético de las desaladoras sería muy inferior al coste la construcción de la infraestructura necesaria para un trasvase y, por supuesto, la ocupación de terreno y el desplazamiento de tierras serían mucho menores. Pero las desaladoras no son la panacea, también provocan problemas, sobre los que me extenderé mañana, pero os los adelanto: la producción de vertidos de salmuera y el elevado consumo energético del proceso de desalación. También os adelanto que ambos se pueden minimizar muchísimo.
Y si todo esto es así, ¿por qué no se cambia rotundamente la política de agua de nuestro país? ¿Por qué los gobernantes del Partido Popular se empeñan en no dejar evolucionar la política del Gobierno Central impidiendo la construcción de desaladoras en nuestras costas? Un poco sé sobre el tema de la desalación, pero es posible que Rajoy tenga otro primo que conozca grandes problemas de las desaladoras que yo desconozco, pues ¡qué venga y me instruya! Mi mente siempre está abierta a nuevos conocimientos...
De esta forma me despido hoy. No sé si mis palabras merecerán llevarme a la hoguera por criticar la actitud de los españoles con el agua y defender las desaladoras. Pero es que el agua es un bien de todos, y por desgracia limitado, por tanto el problema del agua también es de todos. Así que condeno al castigo del fuego purificador a los gobernantes que siguen una política del agua errónea, a las Confederaciones Hidrográficas por aplicar un sistema de tasas que no penaliza que haya pérdidas, a las compañías suministradoras por no mantener adecuadamente la red y no evitar las pérdidas, a todos los gobernantes del PP que se oponen a las desaladoras sin argumentos sólidos y a todos los españoles por nuestra mala cultura del agua y por dejarnos manipular por un partido o por otro en este tema tan importante sin detenernos a pensar por nosotros mismos.
¡Buenas noches!

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